Este libro de Charles Dickens, más que un libro, es un tesoro. Incluso su autor lo dejó enterrado, con unas instrucciones, casi un mapa, para poder recuperarlo a su debido tiempo. El gran escritor inglés estipuló que no se publicase de ninguna de las maneras mientras viviese alguno de los hijos para quien lo escribió. Quiso, de ese modo tan novelesco, que sus hijos guardasen viva memoria de que éste era un mensaje transmitido de un modo personal e íntimo, al fuego del hogar de la familia, y que tenían que guardarlo con siete sellos en sus corazones.
De un modo muy ingenuo nos alegramos de que todos los hijos de Dickens descansen ya en paz, porque podemos recibir también nosotros este tesoro, del que sacaremos réditos y jugosos intereses, además de mucha paz de espíritu. No es sólo que se nos cuenta la mayor historia jamás contada, la Vida de Jesucristo y con una prosa muy eficaz para el asombro y la ponderación. Es también que se nos recuerda el modo en que hay que recibirla; y las delicadas manos con las que conviene transmitirla. E.G.-M.
Una biografía del hombre más importante de la historia escrita por uno de los novelistas más grandes de la literatura.
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Impresiones
El libro que Charles Dickens no quiso que se publicara hasta que no muriera el último de sus hijos.
Espuela de Plata publica, de un modo impecable, uno de los tesoros literarios más íntimos relacionados con la literatura cristiana y, por extensión, cofrade. Es Domingo de Resurrección y, por tanto, tal como hiciera el insigne escritor, nosotros no lo reseñamos hasta que no ha alcanzado su meta la Semana Santa.
Concluido el tiempo de procesionar, comienza, o continúa el periodo de meditación, de reflexión y ¿por qué no? de lectura. Charles Dickens contó una y mil veces la vida de Jesucristo a sus hijos, en forma de narración sencilla, de cuento, y guardó la llave de su secreto en el más custodiado de sus cajones después de haber llevado al papel ese recuerdo inalienable que solo legaría a la posteridad cuando su sentido, su intimidad, hubiese caducado.
Se trata de un libro escrito entre los años 1846 y 1849, el cual vio la luz cuando falleció Henry Dickens, en 1933. Parece muy apropiada la introducción que Enrique García-Máiquez hace de la obra, explicando la intrahistoria de unos hechos insólitos que causan la sorpresa de los admiradores del gran novelista y de la persona que vivía bajo su piel.
Un nuevo Dickens, cariñoso, catequista de excepción, se enfunda el hábito de narrador de pie de cama y resume magistralmente lo que todos conocemos y que, sin embargo, volvemos a leer con deleite. Un libro de aprendizaje, puede, de descubrimiento, seguro, y de colección pues la portada del ejemplar ya invita a su adquisición: Jesús resucitado, regresado a la vida en Su forma celestial, Hijo del Padre, del Hombre, para seguir proclamando el mensaje que debe eternizarse para la común salvación de los mortales.
Durante la lectura nos llamará la atención la falta de figuras literarias, de los recursos propios del escritor maduro, aquel al que conocemos o creemos conocer, sencillamente porque es un padre el que escribe a sus hijos pequeños. También podremos prestar nuestros sentidos al modo en el que aborda ciertos pasajes complejos, convirtiéndolos en sencillos, a las sutilezas de su lenguaje coloquial y de este modo nos acercaremos al mito a través de los anecdótico, de los íntimo, de lo familiar, de lo secreto. Y habremos conseguido poseer un tesoro con el que seguir su ejemplo, posándonos con el ejemplar al pie de las camas de aquellos que esperan de nosotros que les contemos, de un modo exento de artificio, la vida de Aquel que con su existencia cambió el devenir de la Historia con mayúsculas.
Libros cofrades para calmar la sed de cofradías que en este año 2024 ha sido intensa y no ha encontrado consuelo más que en ocasiones contadas, pero el calendario se ha puesto en marcha y avanza con la misma cadencia del tiempo que le presta personalidad para, pronto, volver a inaugurar una Cuaresma plena de sentimientos en la que estaremos mejor preparados si cabe.
Lectura muy aconsejable a la vez que un tesoro literario a buen precio.
Reseñado por Francisco Javier Torres Gómez